Hoy hace 12 años del estreno cinematográfico de esa pequeña joya del séptimo arte que es Camino a la Perdición, titulada originalmente Road to Perdition. El título original juega con la sutileza de llamar Perdition al pueblo donde se dirigen los Sullivan y es nexo de su desenlace fatal, pero como siempre las distribuidoras de aquí poco dadas a sutilezas.
La productora de Spielberg, Dreamworks, junto con la 20th Century Fox se empezó a interesar en dar luz verde a la adaptación de un cómic (o como algunos llaman novela gráfica) de Max Allan Collins y Richard Piers Rayner. Este cómic trata sobre una historia de violencia en los tiempos de la ley seca y se centraba en los emplazamientos de Chicago y sus cercanías y en el seno de una familia mafiosa de procedencia irlandesa y su entorno.
La silla de director fue reservada para Sam Mendes, el cual venia de ganar escasos tres años antes el Oscar con el genial retrato de la familia tipo y del sueño americano en American beauty (1999). Mendes también ejercía de productor del film con lo cual tenía bastante presencia en el acabado final del producto lo cual se demuestra en el desarrollo del largometraje. Con estas premisas el film por allá a inicios del 2002 generaba muchas expectativas.
Aroma de tragedia griega
El inicio del film está trazado como si de algún film de la saga El padrino (The Godfather) se tratara. Un miembro del clan mafioso ha muerto presuntamente por robar al gran jefe John Rooney (Paul Newman). Estamos en el velatorio de este en un gran encuentro familiar y del entorno. El hermano del fallecido, Finn McGovern (Ciaran Hinds, el Julio César de la excelente serie Roma) ve algo sucio y discrepa públicamente antes de ser ejecutado en unos almacenes por el díscolo Connor Rooney (Daniel Craig), el hijo de John, con la ayuda de Mike Sullivan, (Tom Hanks) fiel matón del jefe Rooney al cual crió como un hijo.
El pequeño Michael Sullivan Jr. ve todo el asesinato de McGovern pero jura guardar silencio. Aquí empiezan los vientos de tormenta. El desequilibrado pero a la vez locuaz Connor Rooney traza un plan para acabar con los Sullivan. La jugada la sale bien a medias, ha acabado con la mujer y el hijo menor. Mike Jr y Mike padre han sobrevivido y clamarán venganza por lo sucedido. Empezarán una larga odisea por evitar a las fuerzas mafiosas de Chicago, Frank Nitti (interpretado por Stanley Tucci), el asesino contratado para acabar con ellos (Jude Law) y su propio destino: Perdition (pueblo que solo se nombra una vez en el film) donde se halla la morada de la hermana de la difunta sra. Sullivan.
Desde el inicio del film, los personajes respiran un aire de tragedia clásica, como en la Antigua Grecia. La muerte de la mujer (sobriamente interpretada por Jennifer Jason Leigh) y el pequeño Sullivan crea unos trágicas consecuencias. También tenemos el factor de la dualidad, me refiero al trato que nos da de las relaciones padre-hijo. Siempre difíciles son como constata el personaje de Paul Newman. El personaje de Newman siente más como a su hijo a Mike Sullivan pero aún asi no puede entregar a su propio hijo de su propia sangre para que lo ejecuten sin más.
El destino inexorable, la fatalidad y la pasión de los personajes desprende aromas de clasicismo. Todo ello revestido de grandes interpretaciones y una buena dirección. Sam Mendes es un director que me agrada sobremanera aunque últimamente no se meta en ningún proyecto de renombre. Demostró a la industria estadounidense que con sus dos primeros films ya era un director de los importantes. Gran director de actores y que sabe narrar historias como los directores de la época clásica de Hollywood: Hawks, A. Mann, Kazan, etc.
Premios, apuntes técnicos y escena impactante
Un film de esta calidad recibió, como es merecido, sendas nominaciones a los Oscar. En su totalidad, Camino a la perdición sólo ganó una estatuila y fue a título póstumo para el director de fotografía Conrad L. Hall, también partícipe de films como American Beauty, Dos hombres y un destino (Butch Cassidy and Sundance the Kid, 1969) o La leyenda del indomable (Cool hand Luke, 1967). La fotografía y los escenarios nos remiten con extrema similitud a una época y unos emplazamientos que verdaderamente recuerdan al Chicago de los años 30.
El guión es una buena adaptación por parte David Self, autor de los libretos de la interesante Trece días (Thirteen days, 2000) o la entretenida The Haunting (1999).
En el apartado de sonido también nominado a los Premios de la Academia nos encontramos con partituras de bella factura y con una reproducción muy veraz de los ruidos y ambientes tanto del campo como de la ciudad. Thomas Newman ofrece una gran composición y fue una pena que se fuera de vacío. Una pena que el compositor nominado 10 veces a la estatuilla (entre ellos Cadena Perpetua o Wall-E) no haya sido recompensado.
En el reparto me quedo sobremanera con esa leyenda llamada Paul Newman, en su último papel en la gran pantalla. Representa la dureza pero a la vez inteligencia, cierta melancolía y cariño a su personaje de jefe mafioso. Los productores del film no pensaron en nadie más para el papel desde el inicio del rodaje. También realiza un papel muy bueno el actual James Bond, Daniel Craig, como hijo de John Rooney. Esos ojos azules penetrantes que se clavan como espadas en la mirada del respetable dejan impronta. En el papel de hijo de Sullivan, Tyler Hoechlin está más que correcto y aunque parece mentira desde entonces no ha hecho ningún otro trabajo para el celuloide.
Tom Hanks, el niño bonito de Hollywood, es el que más me cuesta imaginarlo como un brutal e imperturbable matón. Pero al menos se esfuerza y cumple mínimamente en un papel muy complejo para sus características actorales. No quiera olvidarme de mencionar a Jude Law. En uno de sus mejores papeles. Se olvida por un instante de su imagen de divo y hace un "feo" papel de asesino -para ende fotografía a los muertos- que persigue durante todo el film a los Sullivan. Como curiosidad de su vanidad, Law demandó rodar sus secuencias casi siempre con un bombín o sombrero para reducir la fealdad con la cual lo representaban. Una pena que su personaje solo consista en una comparsa del argumento porqué podría haber dado más juego, aunque tendrá su presencia en el desenlace.
Por último decir que una escena que me encanta de este film, a parte de la manida escena de la lluvia con tiroteo incluido, es la charla que tienen el personaje de Newman y Hanks para intentar convencer este último a John Rooney de que le entregue su hijo ya que este le roba. La réplica de Newman de antología: En esta sala todos somos asesinos y ninguno verá el cielo. Con esa mirada heladora, John Rooney transmite una expresión de rabia y angustia. Pero Hanks le contradice diciéndole que Mike Jr aún puede. Esto marcará la encrucijada que definirá el destino de ambos. Una escena que denota tensión pero remueve sentimientos por el buen hacer de Newman.
Film digno heredero de la tradición greco-romana. Cine de mafiosos hecho con solvencia, buenas interpretaciones y de muy bella factura. Imprescindible.
Calificación: 8 de 10.
El destino inexorable, la fatalidad y la pasión de los personajes desprende aromas de clasicismo. Todo ello revestido de grandes interpretaciones y una buena dirección. Sam Mendes es un director que me agrada sobremanera aunque últimamente no se meta en ningún proyecto de renombre. Demostró a la industria estadounidense que con sus dos primeros films ya era un director de los importantes. Gran director de actores y que sabe narrar historias como los directores de la época clásica de Hollywood: Hawks, A. Mann, Kazan, etc.
Premios, apuntes técnicos y escena impactante
Un film de esta calidad recibió, como es merecido, sendas nominaciones a los Oscar. En su totalidad, Camino a la perdición sólo ganó una estatuila y fue a título póstumo para el director de fotografía Conrad L. Hall, también partícipe de films como American Beauty, Dos hombres y un destino (Butch Cassidy and Sundance the Kid, 1969) o La leyenda del indomable (Cool hand Luke, 1967). La fotografía y los escenarios nos remiten con extrema similitud a una época y unos emplazamientos que verdaderamente recuerdan al Chicago de los años 30.
El guión es una buena adaptación por parte David Self, autor de los libretos de la interesante Trece días (Thirteen days, 2000) o la entretenida The Haunting (1999).
En el apartado de sonido también nominado a los Premios de la Academia nos encontramos con partituras de bella factura y con una reproducción muy veraz de los ruidos y ambientes tanto del campo como de la ciudad. Thomas Newman ofrece una gran composición y fue una pena que se fuera de vacío. Una pena que el compositor nominado 10 veces a la estatuilla (entre ellos Cadena Perpetua o Wall-E) no haya sido recompensado.
En el reparto me quedo sobremanera con esa leyenda llamada Paul Newman, en su último papel en la gran pantalla. Representa la dureza pero a la vez inteligencia, cierta melancolía y cariño a su personaje de jefe mafioso. Los productores del film no pensaron en nadie más para el papel desde el inicio del rodaje. También realiza un papel muy bueno el actual James Bond, Daniel Craig, como hijo de John Rooney. Esos ojos azules penetrantes que se clavan como espadas en la mirada del respetable dejan impronta. En el papel de hijo de Sullivan, Tyler Hoechlin está más que correcto y aunque parece mentira desde entonces no ha hecho ningún otro trabajo para el celuloide.
Tom Hanks, el niño bonito de Hollywood, es el que más me cuesta imaginarlo como un brutal e imperturbable matón. Pero al menos se esfuerza y cumple mínimamente en un papel muy complejo para sus características actorales. No quiera olvidarme de mencionar a Jude Law. En uno de sus mejores papeles. Se olvida por un instante de su imagen de divo y hace un "feo" papel de asesino -para ende fotografía a los muertos- que persigue durante todo el film a los Sullivan. Como curiosidad de su vanidad, Law demandó rodar sus secuencias casi siempre con un bombín o sombrero para reducir la fealdad con la cual lo representaban. Una pena que su personaje solo consista en una comparsa del argumento porqué podría haber dado más juego, aunque tendrá su presencia en el desenlace.
Por último decir que una escena que me encanta de este film, a parte de la manida escena de la lluvia con tiroteo incluido, es la charla que tienen el personaje de Newman y Hanks para intentar convencer este último a John Rooney de que le entregue su hijo ya que este le roba. La réplica de Newman de antología: En esta sala todos somos asesinos y ninguno verá el cielo. Con esa mirada heladora, John Rooney transmite una expresión de rabia y angustia. Pero Hanks le contradice diciéndole que Mike Jr aún puede. Esto marcará la encrucijada que definirá el destino de ambos. Una escena que denota tensión pero remueve sentimientos por el buen hacer de Newman.
Film digno heredero de la tradición greco-romana. Cine de mafiosos hecho con solvencia, buenas interpretaciones y de muy bella factura. Imprescindible.
Calificación: 8 de 10.
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