Aquí relato la segunda parte de la segunda película que visioné en el Festival de Sitges. Con un Auditori a reventar se presentó Contagio (Contagion, 2011) de Steven Soderbergh. Un film muy esperado que comentaré a continuación.
La obra de Soderbergh nos narra la historia y evolución de un virus muy mortal, sin saber cuál es su origen. Este virus se propaga a nivel mundial
y, en pocos días, empieza a diezmar a la población. El contagio se
produce por mero contacto entre los seres humanos. Se centra
en la enfermedad que causa el virus a través de varias líneas
argumentales.
Contagio representa una mirada realista sobre una epidemia global sin presencia de pomposos efectos especiales. El cineasta norteamericanos nos ofrece un film rodado con tenacidad y con el saber hacer de un artesano con buenos mimbres técnicos y con un gran elenco actoral. Hasta aquí bien.
La historia del relato no deja de ser un pseudo-documental o un anuncio de la OMS (Organización Mundial de la Salud). Hay cierto respeto sobre el método ciéntifico y eso se nota en la producción del film pero los personajes que la integran son meros peones a raíz de la epidemia. No sentimos empatía por ellos ni nos dejan ya que algunos se borran del tablero a media partida o aparecen y desaparencen en gran parte del metraje sin sentido -demostración de la ineficacia del guión escrito por Scott Z. Burns-. Todo lo que ofrece es gente comportándose con maldad a partir del pánico desatado. Desdeña sensacionalismo y utiliza su maravilloso cartel actoral para atraer a un público masivo.
"Contagio" no se hace pesada, pero después de su inicio tiene ciertos pasajes tediosos y que como decía con anterioridad presentan una historia sin alma. En momentos transmite angustia pero en otros indiferencia.
Soderbergh como director tiene buenas maneras. Fue un talento precoz ganando la Palma de Oro en Cannes -a los 25 años- por Sexo, mentiras y cintas de vídeo (Sex, lies and videotape, 1989), demostró buen pulso por el thriller con un Romance muy peligroso (Out of sight, 1998) o Ocean's eleven (íd, 2001). Su consagración del niño bonito de la industria estadounidense llegó de la mano de Erin Brockovich (íd, 2000), un cuento barato y Traffic (íd, 2000), su mejor obra de largo. A partir de ahí cuesta abajo con la experimentación y films muy por debajo de su supuesta calidad. Solo hace falt:a ver lo hecho desde 2002 hacia aquí: secuelas innecesarias de Ocean's, Solaris (íd, 2002), El buen alemán (The good german, 2006), díptico fallidísimo del Che o El soplón (The informant, 2009), etc.
Parece ser que el crédito de los productores no se agota con Soderbergh pero por mi parte este artesano del cine no levanta cabeza y quizás fue precipitadamente encumbrado. Seguimos esperando que vuelva el director de la maravillosa Traffic.
Film muy fallido que solo encantará a los espectadores más benevolentes.
Calificación: 4 sobre 10.
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